¿Qué es el radón?
Descripción
Es un elemento químico gaseoso de la familia de los gases nobles. Su símbolo es Rn y su masa media es 222. Se caracteriza por ser un gas radioactivo y es inodoro, incoloro e insípido. El radón procede de la desintegración del radio, que a su vez procede de la desintegración del uranio. Fue descubierto en 1900 por Friedrich Ernst Dorn, quien lo llamó radium emanation. Tiene un periodo de semidesintregación corto, de 3,8 días, y en su desintegración se producen isótopos que emiten partículas alfa como el 218Polonio o el 214 Polonio. También se forman isotopos emisores Beta como el 214Plomo o el 214Bismuto.
Nuestra exposición a radiación
El ser humano está expuesto cotidianamente a radiaciones ionizantes de origen natural. Una de estas fuentes es la radiación cósmica que proviene del espacio, que está compuesta de radiación gamma, protones y neutrones. La atmósfera terrestre nos protege de estas radiaciones y los niveles que llegan hasta nosotros son muy bajos. La otra fuente de radiación es la que se produce en la corteza terrestre, siendo ésta la principal fuente de irradiación de los seres vivos. Las rocas de la corteza contienen cantidades variables de uranio, torio y actinio. Estos elementos, junto con el potasio, se encuentran en los suelos y en los materiales de construcción, lo que nos expone a un cierto nivel de radiación natural. Esta radiación forma parte de la vida y el ser humano ha evolucionado con ella. Otra fuente de exposición añadida es el radón que procede de la cadena de desintegración del uranio. Se considera que el radón supone algo más del 50% del total de nuestra exposición a radiación natural. Es, por tanto, el elemento más importante a tener en cuenta de cara a nuestra exposición total a radiación a lo largo de nuestra vida.
Características
El radón es un gas radiactivo y esto le otorga unas características especiales. Tiene una alta solubilidad en agua y su estado gaseoso le proporciona una gran capacidad de desplazamiento en el terreno, pudiendo trasladarse varios cientos de metros en el subsuelo. El radón es extremadamente móvil: incluso puede atravesar una pared de cristal, hormigón o madera en más o menos tiempo, dependiendo del tipo de material. El radón emite partículas radioactivas alfa que al ser absorbidas, por inhalación durante la respiración, producen la radiación interna. Mientras se desintegra, el radón produce otros elementos radioactivos que son sus productos de desintegración. Estos elementos se ionizan, es decir se cargan eléctricamente, y se fijan fácilmente a los aerosoles atmosféricos, como el polvo o las gotitas de agua, por efecto de la electrostática. Después los aerosoles son respirados llegan a los tejidos internos transportando las partículas radioactivas, que se fija a los tejidos, primordialmente al epitelio bronquial. En la desintegración del radón se producen radionucleidos, otras partículas radioactivas, de periodo de semidesintegración muy corto, unos emiten partículas alfa como el polonio-218 que vive sólo tres minutos o el polonio-214 que vive 0,16 milisegundos. Otros emiten radioactividad tipo beta y gamma como el plomo-214 con una vida de 26,8 minutos, el bismuto-214 con 19,9 minutos y el plomo-210 que es lo que finalmente queda de la desintegración que vive 22,3 años. Todos juntos contribuyen con, aproximadamente, el 99% de la dosis absorbida por el ser humano procedente de la serie de desintegración del uranio. Y todos han estado o están en nuestros pulmones. Actualmente se estima que, de la radiación total que recibe una persona procedente de cualquier fuente, más de la mitad procede de la inhalación de radón y de sus productos de desintegración de vida corta. Esto significa que, en algunos casos, podemos llegar a inhalar dosis de radón que son perjudiciales para la salud, lo cual sucede sobre todo en lugares cerrados o con escasa ventilación, en los que la producción y acumulación de este gas puede ser particularmente importante.
Cómo se produce
El radón se produce de forma natural por la desintegración del radio 226 contenido en las rocas, que a su vez procede de la desintegración del uranio existente en las rocas y suelo. La mayor concentración de radón se produce en el subsuelo, a 1 metro de profundidad, y de ahí sale por los poros del terreno a la atmósfera. En suelos porosos, como los arenosos o las gravas, se produce una mayor emanación de radón que en suelos compactos o arcillosos, que son menos permeables. También se produce más emanación de radón en suelos graníticos muy fracturados que en suelos graníticos compactos. Como norma general, hay más radón en zonas graníticas que en zonas arcillosas o calcáreas. Eso es porque el contenido de uranio en suelos graníticos es mayor. Además, factores como la humedad, la presión atmosférica, la temperatura o la época del año influyen en la concentración del radón. En verano, por ejemplo, los niveles de radón disminuyen significativamente comparados con los del otoño o invierno. Tanto es así que una medición en verano no se considera válida para establecer niveles de radón.
El radón en el aire
Al aire libre el radón no supone un riesgo ya que se disuelve en la atmósfera, por lo que su concentración es muy baja. El problema aparece en espacios cerrados, donde no se puede diluir en el ambiente, y por tanto permanece concentrado en el aire que respiramos. En una vivienda, el lugar donde se registra mayor concentración de radón es en pisos bajos o sótanos, ya que este gas pesa 9 veces más que el aire, pero tampoco es extraño encontrarlo en plantas altas, ya que por efecto de convección y debido a su gran movilidad el radón se puede desplazar por toda la casa. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que los niveles de radón en el aire no superen los 100 Bq/m3 (bequerelios por metro cúbico). En Estados Unidos el límite está establecido en 150 Bq/m3, y la Unión Europea ha fijado un límite de 300 Bq/m3, tal como queda reflejado en la Directiva 2013/59/Euratom del Consejo de 5 de diciembre de 2013. Sin embargo, esta directiva aún no se ha traspuesto de manera efectiva a las normativas españolas.
El radón en el agua
El radón en aguas superficiales no representa un peligro ya que pasa rápidamente a la atmósfera, diluyéndose en ella. El problema lo tenemos en aguas subterráneas que discurran por zonas de altos contenidos de radio. En casos de abastecimientos de pozos se debe tener en cuenta los contenidos de radón en el agua, ya que si son altos pueden representar un riesgo para la salud. En el agua el valor paramétrico recomendado por la Unión Europea, en la Directiva 2013/51/Euratom del Consejo de 22 de octubre de 2013, es de 100 Bq/l (bequerelios por litro). En nuestra normativa, tanto en el Real Decreto 140/2003 de 7 de febrero de 2003 como en el Real Decreto 314/2016 de 29 de julio de 2016, dicho valor paramétrico se ha fijado en 500 Bq/l.
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